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Nussnacker - Un Cascanueces en Colonia

Actualizado: 6 ago 2019

Köln, Nordrhein-Westfalen - Deutschland | Dezember 2017

Colonia, Renania del Norte-Westfalia - Alemania | Diciembre 2017



"En diciendo esto el padre lo cogió, levantando la cara de madera, abrió una gran boca, mostrando dos hileras de dientes blancos y afilados. María le metió en ella una nuez, y...crac..., el hombre mordió y las cáscaras cayeron, dejando entre las manos de María la nuez limpia. Entonces supieron todos, hasta María, que el hombrecito pertenecía a la clase de los cascanueces y que ejercía la profesión de sus antepasados."


El Cascanueces y el rey de los ratones. E.T.A. Hoffmann

(Editorial Montena, 1987, p. 16 )



Frohe Weihnachten!

Una pequeñísima parte de mi familia es alemana, y desde la infancia tuve la oportunidad de conocer diversos lugares de Alemania junto a ellos. Mi primo Elias y su novia Karina, ambos originarios de la Selva Negra - ‘Schwarzwald,’ viven desde hace algunos años en Colonia - ‘Köln’.


La ciudad de Colonia - ‘Köln’, llena de historia, aunque desgraciadamente arrasada durante la Segunda Guerra Mundial por los bombardeos, puede crear una primera impresión de ciudad gris y funcional, no obstante, esta vital y rejuvenecida urbe, que aunque no puede ser especialmente recordada por la diversidad de sus monumentos o por el encanto cuentístico que otras ciudades alemanas poseen, respira un indudable aire de juventud, de cultura y de apertura a la diversidad del mundo. Desde sus inicios, esta importante colonia del Imperio Romano recibía legionarios llegados de toda Europa, y se dice que es de ahí que proviene su carácter abierto y multicultural.


Al igual que innumerables localidades de Centro Europa, Colonia - ‘Köln’ se convierte en un lugar deslumbrante durante la época de Navidad, y es en ese preciso periodo, donde el relato hoffmanniano se hace realidad.


Mi prima Karina es una apasionada de esta festividad y durante esta época llena su casa de sorprendentes adornos navideños, muchos de ellos elaborados por ella misma con hojas y frutos recogidos en el bosque. En la ventana de su salón había colocado una de esas figuras natalicias, un enorme muñeco de madera que siempre miraba al vacío con la boca abierta. Era realmente elegante, estaba hecho a mano y los colores de su traje brillaban como la casaca de un antiguo soldado en el desfile anual. Cual fue mi sorpresa al salir a la calle y comenzar a explorar las plazas y mercados navideños - ‘Weihnachtsmarkt’ al encontrar innumerables de estas representaciones entre muchas otras figuras de madera. Se trataba del Cascanueces - ‘Nussnacker’, uno de los muchos símbolos navideños alemanes. Junto a él se podían distinguir la figura de San Nicolás - ‘Nikolaus’, los ‘Räuchermännchen’ – hombrecillos fumadores o las ‘Weihnachtspyramide’ –pirámides de Navidad, todos ellos realizados con el mayor cariño y cuidado por los artesanos de Erzgebirge, en el este de Alemania.


Los mercados navideños – ‘Weihnachtsmärkte’ son realmente numerosos, aquellos más cercanos al Dom - Catedral están abarrotados, principalmente en fin de semana, y quizás, aquellos que se sitúan en los barrios periféricos mantienen un mayor encanto, no tanto por su espectacular belleza sino por su autenticidad y carácter familiar. Los grupos de amigos y las familias los establecen como puntos de encuentro para reunirse y pasar la tarde tomando vino caliente - ‘Glühwein’ con pan de jengibre - ‘Lebkuchen’. Este tipo de panecillos son una gran tradición en las casas alemanas durante la Navidad, y mi prima Karina elabora cientos de ellos inundando la cocina de estrellas, círculos, corazones y cuadrados dulces.


Existen muchas tradiciones que han cambiado con el tiempo, se han transformado y adaptado a cada época, y en Alemania, una de ellas, es la corona de adviento - ‘Adventskranz’. Uno de los días de domingo previos al día de Navidad, Karina colocó en la mesa de la cocina una corona de abeto con cuatro velas blancas. Anunció que era domingo y encendió tres de las cuatro candelas. Explicó que se trataba de una práctica muy extendida entre la tradición cristiana alemana, a través de la cual se anuncia el periodo de Adviento y la llegada del nacimiento de Jesús, de tal forma que cada uno de los cuatro domingos previos al día de Navidad se enciende una vela hasta completar las cuatro. Curiosamente, una noche paseando por la ciudad, mi primo Elias señaló a lo lejos tres grandes pilares iluminados; cual fue la sorpresa al descubrir, que aquellas columnas luminosas pertenecientes al Rheinergie-Stadion, el estadio del Fußball-Club 1. FC Köln, emulaban las velas de la corona de adviento - ‘Adventskranz’.


La religión posee un considerable valor en la cultura alemana, y gran parte de esta importancia se evidencia a través de sus tradiciones navideñas. En el marco superior de la puerta de entrada a casa de mis primos, los antiguos inquilinos habían inscrito sobre un recuadro negro unas siglas con tiza blanca a modo de jeroglífico: 20 * C + M + B 14 . En las puertas de muchos otros hogares también se podían encontrar estas mismas siglas, en las que variaban los números según el año. Sorprendentemente se trataba de otra interesante tradición navideña, también extendida entre las familias cristianas alemanas, en las que grupos de niños y niñas - los ´Sternsinger’ - Cantores de la Estrella, son bendecidos por los sacerdotes de las parroquias, y el día 6 de enero, disfrazados de Reyes Magos, cantan villancicos en las puertas de las casas para recaudar dinero destinado a proyectos sociales, inscribiendo estas iniciales para bendecir los hogares por los que pasan. Por extraño que parezca, se dice que los restos de los tres sabios descansan en un relicario situado detrás del altar mayor del Dom – Catedral de Colonia – 'Köln'.


Vivir por unos días la Navidad alemana te transporta de nuevo a aquella sensación de magia e ilusión infantil, pero Colonia - 'Köln' posee muchos otros intereses culturales que ultrapasan cualquier época del año. Sus barrios y la diversidad de sus habitantes hacen de esta ciudad del oeste de Alemania un gran centro cultural lleno de vida.




¡Un kebab y una cerveza, bitte!: Los barrios coloneses

Elias me explicó que Colonia - 'Köln' tiene forma de media luna, y desde la rivera del río Rin, donde se sitúa el centro histórico, la ciudad se extiende hacia el oeste en forma de anillos concéntricos hacia los barrios periféricos. No obstante, al otro lado del Rin también habita una importante parte de la densísima población colonesa, en barrios más industriales como Köln-Deutz o Mülheim.


Keupstraße, en el barrio de Mülheim, es uno de esos lugares maravillosos que algunas grandes ciudades poseen, y que por un instante, te permiten viajar a otra región del mundo a través de sus gentes, sus aromas y su ambiente. Es realmente interesante como los negocios de un barrio pueden describir en cierto sentido los hábitos y costumbres de sus residentes. Paseando a lo largo de Keupstraße se puede descubrir una pequeña parte de los encantos de la comunidad turca colonesa. Los carteles promocionales de las cuantiosas peluquerías, custodiadas por pequeños grupos de hombres en conversación, se entremezclan con la numerosa cantidad de joyerías, donde se pueden encontrar exuberantes collares de oro, pulseras, pendientes y anillos, repletos de filigranas, adornos y piedras preciosas. Las tiendas de ropa muestran elegantes vestidos de gala, con brillantes y llamativos tejidos, y los escaparates de las pastelerías, colmados de tartas de fiesta de todos los tamaños y colores, se entrelazan con un gran número de restaurantes turcos.

Al otro lado del río y a pocos minutos del centro de la ciudad se encuentra el barrio de Ehrenfeld, otra pequeña joya otomana, en la que se alza la Gran Mezquita de la ciudad. Ehrenfeld, con un aspecto más cosmopolita y diversificado que Mülheim, ha llamado la atención de muchos creativos y artistas que han decidido mudarse aquí en los últimos años. Por desgracia, este barrio sufre en la actualidad un veloz proceso de gentrificación, por el que los establecimientos locales más tradicionales están siendo sustituidos por una nueva oferta de pubs y restaurantes más “modernos”, y donde el ascenso en los precios de la vivienda ha obligado a muchos de sus viejos vecinos a trasladarse hacia la periferia del propio barrio o incluso a otras zonas de la ciudad. Sin embargo, un barrio en el que queda latente el fuerte proceso de aburguesamiento, es, sin lugar a dudas, el conocido como Barrio Belga de Colonia - 'Belgisches Viertel'. No muy lejos de Ehrenfeld, en dirección al centro de la ciudad, se extiende este aparentemente bohemio distrito coloniense. En este barrio los zumos son veganos, los jóvenes se desplazan en bicicletas antiguas y los peluqueros llevan uniforme: con tirantes, camisa de cuadros y una frondosa barba perfectamente recortada. En 'Belgischen Viertel' al mismo tiempo que tomas un cappuccino puedes probarte un vestido de los años 20 o incluso dormir la siesta en una tienda de vinilos subterránea. Mi primo Elias recomendaba dedicar unas horas a este barrio, en especial, por el atractivo artístico que poseen algunas de sus tiendas y cafés, muchas de ellas especializadas en libros de arte, música o productos de diseño y artesanía local. Es cierto que algunos de sus negocios son realmente interesantes, no obstante, el carácter snob y consumista de la zona, más propio de una cultura hipster contemporánea llevada al extremo, roba cierta autenticidad al lugar.


Dejando atrás el Barrio Belga - Belgisches Viertel, el centro de Colonia – Köln se inscribe dentro del que sería el primer “gran anillo” de la ciudad y se extiende en forma de media luna a lo largo del río Rin. El aspecto funcional y moderno de sus edificios, en el que parece que la forma cuadrada se multiplica de manera infinita a largo y ancho de sus fachadas, la impecable limpieza de sus calles y su casi “perfecta” organización urbanística, atestiguan en cierto sentido el particular carácter alemán. Entre el bullicio de sus abarrotadas calles comerciales, a la vuelta de la esquina, se alza grandioso el Dom – Catedral, el cual es aún más asombroso de admirar desde su interior que desde su imponente fachada exterior. Sus vidrieras, creadas a lo largo de más de siete siglos, constituyen un verdadero museo de cristal a todo color. Una de las más recientes es la diseñada por el artista alemán Gerhard Richter, que se compone de cientos de cuadrados de colores de igual tamaño, una increíble fusión entre arte gótico y contemporáneo. A los pies del Dom – Catedral se extiende el centro histórico, Altstadt, desgraciadamente una ínfima reproducción de aquello que un día fue. Entre las callejuelas de algunos sus edificios medievales reconstruidos se pueden encontrar muchas de sus cálidas ‘brauhaus’ – casas de la cerveza. A pesar de que algunas de ellas poseen un público mayoritariamente turístico, quizás por el especial atractivo de sus antiguos salones de madera y por el prestigio histórico que las precede, es posible encontrar muchas otras, tanto en el centro como en el resto de barrios coloneses, donde se respira un ambiente realmente local. Las ‘brauhaus’ son el lugar perfecto donde beber cerveza y experimentar la mejor gastronomía alemana, que aunque no tenga una gran fama mundial, puede llegar a sorprender. Es cierto que parte de su cocina posee una importante influencia de otros pueblos cercanos, adaptaciones como el ‘goulash’, un sabroso estofado de carne de origen húngaro y el helado o la pasta italianos, ya forman parte de su propia gastronomía. No obstante, su amplísima oferta de embutidos, con salchichas de todos los tamaños y colores imaginados, o el ‘eisbein’ - codillo de cerdo y el riquísimo ‘sauerkraut’ – chucrut, un plato de origen centro europeo a base de repollo fermentado, proporcionan la energía necesaria para salir a pasear a la orilla del Rin en el frío invierno colonés.



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