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PANATALANTA

CARTOGRAFÍAS CULTURALES Y VIAJES ILUSTRADOS

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Baita - Un hogar en el norte de Italia

Actualizado: 4 feb 2020


Trentino-Alto Adige, Veneto, Lombardia ed Emilia-Romagna - Italia | Giugno 2018

Trentino-Alto Adigio, Véneto, Lombardía y Emilia-Romaña - Italia | Junio 2018




[…] Una vez conocimos el río Adige, porque de pequeños íbamos en barca, y nuestros recuerdos visuales se limitaban a un determinado horizonte y a unas determinadas formas de sus orillas; pero hoy, al volar sobre el río, nos damos cuenta de que tiene otra forma, aunque sea la misma cosa, y el mismo río con

aspectos distintos […]

Cuantos más aspectos conocemos de una

misma cosa, más la apreciamos y mejor

podemos comprender una realidad que

antes se nos aparecía bajo un solo aspecto.

Diseño y comunicación visual. Bruno Munari

(Editorial Gustavo Gili, 1987)


Ritornare.- Volver al lugar de donde se partió


Volver a Italia es, de algún modo, reanudar un viaje, una travesía emprendida hace algunos años en la ciudad lombarda de Brescia. Cada regreso a este incoherente y, a la vez, fascinante lugar, es la pieza de un rompecabezas cultural armado a lo largo del tiempo, a través del cual he podido descubrir las extrañezas y maravillas de la sociedad italiana; sus sonidos, sus gestos, el paisaje multicultural de sus ciudades o el culto en torno a su comida. Este viaje de reencuentro, realizado en la primavera del pasado año, es un trayecto en tren alrededor de algunas de las provincias del norte de Italia.


Tras aterrizar en Milán - Milano, entre su habitual niebla matutina, el viaje comienza su curso con destino a Trento, para visitar a Giulia, una buena amiga bresciana, afincada con su familia desde hace algunos años en la capital del Trentino-Alto Adige/SüdTirol. Atravesando en tren los extensos campos de cultivo y zonas industrializadas del Valle del Po, el paisaje se transforma rápidamente al penetrar en la provincia de Trento. La infinita llanura Padana - Pianura Padana se convierte en un gran valle verde, repleto de viñedos e imponentes macizos. En esta región, el respeto por la naturaleza se palpa de manera inmediata a través de sus grandes áreas protegidas y su arraigada cultura ecológica. Aunque es una de las zonas más ricas del país, como en otras ciudades del norte y centro de Italia, la miseria en las calles, principalmente personificada por migrantes llegados de otras latitudes del mundo, crea una sensación de falso bienestar, que se desvela como un privilegio exclusivo tan solo para unos pocos. El Trentino-Alto Adige/SüdTirol, por su complejo y bélico legado histórico, posee unas peculiaridades que lo distinguen del resto de regiones del norte de Italia y, por extensión, del resto del país. Sus provincias son las únicas que poseen estatus autonómico, y el alemán es lengua oficial junto al italiano. El ritmo de vida en este lugar es semejante al de las regiones de Centroeuropa. Giulia me confesaba que sentía algunas diferencias en relación al estilo de vida bresciano, ya que Trento posee un carácter más “montuno” y mucho más tranquilo; a las siete en punto de la tarde todas las personas empiezan a cenar y, ya sea invierno o verano, las calles de la ciudad se quedan totalmente vacías.


Unos kilómetros más al norte de la región, en la ciudad de Merano/Meran, la situación es muy parecida a la de Trento, con un ambiente cuasi “perfecto”, aún más parecido al de las culturas alemana y austriaca. En sus panaderías, los bretzels son el tentempié típico, y las lecherías son famosas por la calidad de sus yogures, sin olvidar el speck, un tipo de jamón ahumado originario de esta zona, utilizado junto a la salvia en el plato tirolés spatzle verde, un tipo de gnocchi a base de harina, huevo y espinacas. Me acerqué hasta la pequeña ciudad tirolesa junto a mi amiga bassanesa Irene, para visitar el mayor archivo de libros de artista para la infancia de Europa, el Archivio ÓPLA - Oassi per libri artistici, una colección de ediciones única, de gran interés para investigadores, artistas y educadores.


La familia de mi amiga Irene procede de un pequeño pueblo vicentino cercano a Marostica, a pocos kilómetros de Bassano del Grappa, en el Veneto. Como ocurre en otros hogares del país, en su casa se habla dialecto, concretamente dialetto vicentino. En Italia, cada región o provincia posee una lengua propia, especialmente hablada entre las personas mayores, aunque algunos jóvenes, dependiendo del lugar, también utilizan el dialetto de su zona. Como muchas otras casas del municipio, la familia de Irene se dedica a la producción de cerezas, una fruta que por su alta calidad y denominación de origen protegida hace famosa a la bella Marostica, localidad que, además, es muy conocida por recrear bianualmente La Partita a Scacchi a personaggi viventi - La partida de ajedrez viviente, sobre el gigantesco tablero de la Piazza Castello. La zona también es conocida por la producción de espárragos blancos, un ingrediente fundamental en la gastronomía bassanesa, y por sus suculentos quesos, como el Asiago, el Morlacco del Grappa o el Bastardo del Grappa. No obstante, en Bassano del Grappa, antes de comer, las familias y grupos de amigos se reúnen en el Ponte Vecchio para tomar un Mezzoemezzo, el aperitivo típico de la ciudad. Antes de abandonar Bassano del Grappa, destino a Brescia, Irene me llevó hasta la librería independiente Palazzo Roberti, ubicada en un edificio nobiliario del siglo XVIII, un rincón fascinante en el que pasar las horas rebuscando entre la gran cantidad de libros disponibles.


Con la intención de dedicar al reencuentro con Brescia un espacio concreto, viajaré directamente hasta mi último destino, Reggio Emilia, una ciudad que me cautivó por su inesperada belleza rojiza, por la simpatía de sus habitantes y, por supuesto, por su buena gastronomía, entre la que destaca el famoso queso Parmigiano Reggiano, los torteli - pasta rellena de calabaza o espinacas, y los embutidos, como el prosciuto, la coppa o el salame. La razón por la cual el itinerario de este viaje se desvió de las zonas más septentrionales del norte de Italia fue el interés por visitar el Centro Internazionale Loris Malaguzzi - Reggio Children, un espacio de ensueño para los interesados en la educación para la infancia. La ciudad de Reggio Emilia es una de esas reliquias escondidas, alejadas, al menos en mi corta experiencia, de los grandes aluviones turísticos tan frecuentes en Italia. Repleta de cortile - patios italianos, calles con pórticos, y plazas resguardadas por innumerables monumentos, es un lugar para disfrutar de la tranquilidad de su entramado de callejuelas y perderse en busca de una osteria - taberna, donde probar los platos típicos reggiani.


Gnari sono a baita!


Siempre que vuelvo a Brescia y me detengo a la entrada de su estación de tren, recreo aquella tarde de verano, hace casi once años, cuando por primera vez llegué a la ciudad. Me sigue sorprendiendo aún hoy, cómo una urbe de tamaño medio puede albergar una diversidad cultural de tal magnitud, que se mezcla paulatinamente con los viejos habitantes y modifica su tejido social, convirtiéndola en un modelo de integración multicultural poco común. En Brescia conviven personas llegadas del este de Europa, de diferentes puntos de África, de Oriente Medio, del Sur de Asia y de América Latina. Por desgracia, como en muchos otros lugares de Europa, no todos ven este maravilloso crisol cultural de forma positiva. El reciente resurgimiento de los partidos más reaccionarios, a lo largo y ancho de la provincia bresciana (salvando pocas excepciones como la capital), o las indeseables manifestaciones de grupos neo-fascistas en el día de la Repubblica Italiana, dan muestra del odio y el miedo alentado entre algunos sectores de la población. Con todo, la sociedad de la ciudad de Brescia es hoy una mistura de todos estos pueblos emigrados, y el Quartiere Carmine - Barrio del Carmine es el corazón de toda esta increíble diversidad. Un barrio mal afamado a lo largo del tiempo, con historias de profunda marginalidad y una gran complejidad estructural siempre en continua transformación y que, sin embargo, ha demostrado una increíble capacidad de respeto, hospitalidad y solidaridad entre sus habitantes. Hoy es, quizás, una de las zonas de ocio nocturno más populares de la región lombarda, con interesantes locales que ofrecen una escena alternativa, casi inexistente en el pasado, como es el caso del bar Sottoscala, regentado por algunos de mis amigos. Esperemos que este atractivo y novedoso panorama cultural sea capaz de convivir en armonía con aquellos que ya habitan las calles del barrio, tejiendo una red de protección que evite convertir al Carmine en otro ejemplo más de gentrificación urbana en Europa.





El alto estatus económico y la potente industrialización de Brescia han hecho de esta pequeña capital de provincia uno de los centros de trabajo más importantes del país, algo que se siente rápidamente en el modo de vida de sus habitantes, verdaderamente entregados a su vida laboral. Veo el interés por el trabajo en las vidas de muchas de mis amigas y amigos, y veo algo en Brescia que la diferencia de otras zonas de sur de Europa: un gran número de jóvenes poseen puestos de trabajo cualificados y de calidad, lo que les permite vivir independientemente en la ciudad donde crecieron. Esto, por suerte, me ha permitido a lo largo de los años crear “ciertas raíces”, y volver una y otra vez a visitar a i mie gnari – mis chicos en dialetto bresciano. Volver a ver a Giuly, Frab y Franci, a Andrea, Erica y Stefano, a Simone, Sale, Gabri y Nic, a David, Giancarlo y Franz, y a muchas otras amigas y amigos que me acogieron como una gnara más.


Diría que Brescia es para mí esa forma de hablar agreste y despreocupada, tan cercana y sincera al mismo tiempo. Es un buen pirlo, ¡nunca spritz!, en compañía de los buenos amigos. Es la polenta con Gorgonzola en invierno y los baños en el Lago di Garda durante el verano, escuchando canciones de Daniele Silvestri junto a Giuly; son las lecturas de Alessandro Baricco en voz alta, a la sombra de los árboles en el Campo di Marte; es el sonido de los conciertos de las bandas locales en el Lio Bar y la multiculturalidad de sus calles; pero, sobre todo, es el cariño de su gente, que siempre te hace sentir en baita - casa en dialetto bresciano.







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